MIS RESTAURANTES PARA OLVIDAR - MESÓN LA TROYA


Por motivos de trabajo me he tenido que desplazar a Cáceres dos veces en este mes. Como un Cid cualquiera,  pero motorizado he bajado con un Sol de justicia y como siempre he parado a comer por el camino. Un día en el Parador de Oropesa en Toledo, otro en el de Trujillo, en el Mesón de La Troya y Pillete en Trujillo y en el Figón de Eustaquio en Cáceres y también cena informal que recuerdo con cariño a base de lomo, jamón, quesos de la zona y buen vino en el desaparecido por jubilación el Potosí en Cáceres. El que quiero olvidar ahora es el Mesón de la Troya de Trujillo.

Está este "famoso" mesón en lo alto de la escalinata de la Plaza Mayor de Trujillo, lugar excelso y que hay que patear disfrutando de su calles, sus palacios y sus calores. Justo detrás del innoble Pizarro a caballo con su yelmo de cuernos imponentes como rayos del averno. 

En el primer viaje no pudimos comer porque había una enorme cola para hacerlo (buena seña nos dijimos) y lo hicimos en el restaurante Pillete cerquita. En la misma plaza. No me pillarán jamás ahí de nuevo. Caro y malo. A la vuelta del segundo viaje, paramos de nuevo en Trujillo e intentamos comer de nuevo en La Troya. Había algo de cola en un ancho pasillo, pero en minutos nos alojaron (íbamos 2) en una mesa de un comedor que abrieron como para unas 12 personas, 8 + 2 + 2.

Nos sentamos y al rato apareció un camarero sudoroso con una camisa que seca debía de ser roja... y que llevaba entre sus manos unas tortillas gruesas de unos 3,5 cm de grosor y un diámetro de unos 15 cm. Además llevaba unas grandes ensaladeras de cristal con bastante ensalada. Las llevaba a la mesa de 8 y nos llamó la atención la rapidez en sacar el condumio. Tardó menos de 1 minuto. Siguió sacando tortillas clónicas a aquella mesa y otras y en una pasada nos soltó en la nuestra un platito con 8 rodajas de un chorizo diciendo al trote que "era un aperitivo por cuenta de la casa". Nos reímos y pensamos que era muy eficiente el camarero. ¡Qué divertido! Al rato, llegó con una tortilla clónica, la ensalada, una botella de vino de pitarra y una botella de gaseosa que nos dejó en la mesa. Nos sorprendimos mucho porque nada nos había preguntado ni nosotros pedido. Le pedí la carta, pero me dijo que no había. Que lo que había era un "menú degustación " por 15 euros/cabeza que comprendía todo aquello y luego un primero, segundo y postre. Si queríamos carta nos teníamos que levantar de la mesa e ir a la barra a comer raciones...

Decidimos seguir con la "broma". Nos cantó el menú y elegimos gazpacho (no tenía acompañamiento) y sopa de menudillos. Luego solomillo relleno de espárragos trigueros al queso del Casar (tipo Arzak ¡eh?) y yo lomo frito. Al rato llegó con un gran saco de papel de esos de panadería y nos soltó literalmente una barra de pan entera sobre la mesa. Más risas y caras de asombro. Iba haciendo lo mismo con todas las mesas y repetía la coletilla del "menú degustación por 15€"...etc, etc. Nos reíamos al ver las mismas caras de sorpresa que nosotros pusimos... Todos perplejos y expectantes.

Llegó sudoroso el chaval, muy eficiente y rápido con un perolo de sopa que dejó a mi merced llena de fideos gruesos y blancos con cosas flotando sobre líquido blancuzco que supongo serían los menudillos... A mi mujer le soltó un bol  lleno de agua de gazpacho, como el que hace un amigo que tiene un restaurante en una isla de Grecia... Tomé unas cucharadas y abandoné con agilidad mi brebaje. Mi mujer bebió el aguachirris aquel con poca gana, pero como es muy sufrida (soy su marido...) se lo tragó. A los de al lado les trajo para los cuatro un barreño de aquel líquido rojizo y a servirse ellos mismos con los cuencos que traía bajo su sudado sobaco el camarero....

Luego, él llegó con un plato enorme de solomillo de cerdo napado con algo que sería salsa de queso del Casar ?¿del Casar?. Lo dudo. Se sabe que los errores de los médicos los tapa la tierra y el de los cocineros...:las salsas... y aquella cosa larga y gorda estaba nadando con 2 dedos de una salsa de algo blanco. Mis dos trozos de lomo frito con un color de albino, con una cosa al lado parecida a patatas que en su día fueron fritas, cocidas, refritas, blandengas...como pene de viejo. Con el color oscuro que le faltaba a aquel lomo. Ya me había bebido media botella del pitarra y la botella de antídoto: la gaseosa. Estaba muy fría.

Después de aquel festín..el fín. Llegó el camarero y cantó el postre. Un yoghourt en su vasito de super y yo un helado en su cornete de carrito de helados. El camarero se confundió con el sabor (solo había 2) pero lo dejé estar,  porque de las risas pasamos al llanto y luego a la desesperación de la comidastra que llevábamos. Me daba igual. Me quedé aún más sorprendido al ver la espalda de la camisa otro día roja, chorreante hasta el goteo, del camarero quien se secaba con la mano de servir el pan en barras, la frente perlada de sudor porque la muñequera que para aquel fín llevaba estaba como una esponja en el fondo del mar. Estaba tan sudado, más que Nadal en uno  de sus partidos duros. Si hubieran escurrido su camisa roja habrían sacado otra taza de gazpacho sin duda... Menuda guarrería. A mí, hasta me dió pena el hombre y sus jefes desprecio por no ayudarle a estar limpio y dar otra imagen. Podría cambiarse como hacen los grandes campeones. Ahí mismo en medio del restaurante. Al menos no daría sensación de sucio. Pero él no quería dejar de llevar tortilas y esnsaladas y ¡ah! "cordero al chilindrón" la especialidad de la casa. Para ellos!!! Un profesional currante.

Para finalizar nos soltó un número de papel en la mesa. Nos reímos y le dijimos si era para un sorteo, pero no. Era para pagar a la salida a una chica en caja. Total 30 euros. No había café en mesa. Para así en forma de "a mesa caliente" dejar sitio al resto de hambrientos comensales que luego ponen en TripAdvisor 4 soles y comentarios que me alucinan porque hay percepciones de las cosas lejanísimas por lo que veo. O son bromas pesadas. Increíble. Nadie en su sano jucio puede poner bien a este lugar. Nadie.

Una experiencia para olvidar y no recomendar. Curiosamente, a la salida veía la cantidad de gente famosa en multitud de fotos que había pasado por allí y la dueña posaba orgullosa con todos ellos. Se conoce que tuvo unos días de gloria pero que ahora eran días de comida de tralla y cuartelera. Sorprende que Michelín lo recomiende, con esta clase de menú pésimo. La gente confunde cantidad con calidad y siempre que el plato esté lleno piensa que esta todo genial y eso le satisface mucho.

Michelín ya no es lo que era y no es una guia ni seria, ni segura. Mi mujer cogió en Soria en el mejor restaurante que ella recomienda una gastroenteritis que nos llevó desde ese restaurante afamado soriano al hospital de Logroño. Ya hasta Michelín pincha. La dejé de comprar en el 2007. Las que tengo las voy quemando en la chimenera en invierno.


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