LA EXCUSA REAL, QUE NO REAL.


Alteza.

Hoy no le visto salir de la clínica con su flamante prótesis de cerámica y titanio, pero le he escuchado por la radio balbucear muy suave, algo ronco (será del tubo de anestesia) y dentro de una frase que nada tenía que ver, eso de: "Lo siento.  Me he equivocado y no va a volver a suceder". Bien. Al menos alguien tiene sentido común en su Casa Real, y además que es por lo visto: una real casa porque pasa lo mismo que en las otras, las del pueblo; en que los cuñados no se hablan, los esposos tampoco, los hermanos se pegan y es todo un cristo. La diferencia es que no nos suelen invitar a cazar elefantes ni nada. Ni tenemos amigos ricos, ni tenemos dinero, ni ganas, ni tiempo, ni nada.

Esta bien pedir disculpas sobre todo si se sienten. No se el por qué,  Ud no lo siente, porque solo alguien que se cree más que nadie se atreve a hacer lo que Ud hizo con su famoso viaje. Y claro está: no volverá a suceder dice Ud, esta bien porque tendría bemoles que así ocurriera. Lo que ocurre es que esta vez nos hemos enterado por su cadera que ha dado el cante. Si no, ni disculpas ni gaitas reales. Como siempre ha sido en España. Ya basta de hacer de nuestra corona su sayo Señor. Se han pasdo todos Uds durante 30 años y dígale a su querida hija la infanta Elena que los españoles no somos tontos de baba para que nos responda a la pregunta de que qué opina de la polémica sobre su viaje, que ella no sabe nada. Y encima dice que es que "estaba trabajando". Si. En el alambre. Somos tontos, Señor, pero no tanto. 

Ahora a reponerse y luego a  abdicar en su hijo porque Ud, con todo el talante del mundo: está quemado. Su corona ya pesa demasiado sobre su cabeza y sobre la mía. Deje a su hijo divertirse un rato y cuando Ud fallezca que se acabe esta fiesta de los reyes. Nos quedaremos con la de los Reyes Magos, aunque el  gordinflón de barbas y traje rojo le esta comiendo terreno a estos también.

Reciba un cordial saludo. Atentamente.

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