MI MINISTRA FAVORITA

Hace tiempo que quería haber escrito esto sobre la ex-ministra de economía de España Dñª. Elena Salgado. Dñª. Elena, siempre me pareció ese tipo de persona seria, fría, tranquila, responsable y que te puede estar anunciando que el avión ha perdido los motores con una pasividad de rostro y una voz tranquila y pausada, que hace que no sientas pánico.

Alguien dijo que le había tocado bailar "con el más feo", que era la crisis. Después de aquel ministro de economía algo chulesco, ególatra y algo cínico que negó más veces que su tocayo Pedro a Jesús con que no había crisis (igual que su jefe el ínclito J.L R. Zapatero) y que siempre que respondía a la oposición o a quien fuera, lo hacía casi echado para atrás, de forma doctrinal, demasiado autocomplaciente consigo mismo y demasiado engolado en su tono, como si los conceptos económicos fueran partes de una religión que aparentemente solo él conocía; para mí fue un alivio ver a esta mujer menuda, siempre muy bien peinada, como recién salida de la peluquería, vestida con ropa clásica y elegante; mujer de facciones aún agradecidas que el tiempo va minando como a todos pero ese aire de mujer responsable, sosegada, que explica las cosas desde un punto de vista racional, humano, cercano; siempre quitando hierro al yunque y que era como la madre que cuando el hijo está inquieto, lloriqueando encuentra el reposo en sus palabras y se tranquiliza.

Recuerdo como esos frenéticos días en que las noticias de la economía mundial y sobre todo europea eran aterradoras, con Grecia quebrada, el Ibex hundiéndose, la prima de ese pueblo llamado Riesgo poniéndose las botas y cada vez más cara, muy cara. Con Italia despeinada como su putero presidente y a punto de coger una sífilis galopante que nos contagiaría a todos, con un Portugal cantado fados tan tristes y tan pobres, con una España endeudada hasta el tuétano y con millones de parados de larga, corta y eterna duración. Con el dólar americano artificialmente bajo para poder ellos exportar y nosotros no. Con el fantasma de los fantasmones de las agencias de "descalificación" (llevan demasiado tiempo solo descalificando a todo quisque, con consecuencias nefastas).

Con todo eso y más cosas golpeándome el cerebro y la prensa, radio Tv, tertulias, comentarios, internet... machacando palabras de: hundimiento, caos, bajadas , quiebras, Eres, despidos, desahucios, etc, etc, cuando uno pensaba que ya había llegado el fin del mundo, aparecía esta aparentemente frágil mujer y con su voz pausada, algo aflautada, con gesto serio y sereno, con su saber estar y saber hacer (hay que estar al lado del toro para torear), nos contaba todo lo anterior pero sin ninguna palabra que nos indicara que estábamos a puntos de naufragar, contándonos la realidad de las cosas con temple y sin caer en profecías horripilantes yo me sentía como ese niño al que esas palabras me tranquilizaban y pensaba que aún había lugar para el optimismo/realista que no todo estaba perdido, aún cuando luego los comentaristas que todo lo saben esos tertulianos que te cuentan lo que tú ya sabes pero nunca dan soluciones ni aportan nada positivo a los temas volvían a cargarme el cerebro con desdichas, y sufrimientos cual Inquisición de mortíferos utensilios de dolor sin límites.

Me ha gustado esa mujer a la que le veo un atractivo como tal y me encantaba escucharla en los fotos europeos compartiendo con sus colegas en un inglés perfecto, dando lecciones de saber estar y de saber dialogar sin alharacas, sin estridencias sin hacerse la diva.

Desde aquí, le envío un cordial y afectuoso saludo y creo que ha sido la mejor ministro que yo he visto en España desde hace tiempo. El que no haya solucionado nada de la crisis no significa que lo haya hecho mal. Su misión la realizó muy bien, para mí, y es que aunque tú seas un buen bailarín pero si tu pareja, además de feo no sabe bailar, es imposible acabar el baile sin que te pise y sin que quede elegante el acto. Aún así, creo que aunque le han pisado y mucho, ella no ha quitado esa medio sonrisa con la que nos contaba lo peor de lo peor sin saltar del barco demostrando que aunque menuda es una gran mujer.