LA CRISIS ACTUAL, O EL CUENTO DE LA LECHERA


Todo el mundo conoce el cuento de aquella pobre lechera que tan encantada iba por el campo con su cantara de leche al hombro pensando en el dinero que iba a sacar por su venta y que con aquel dinero se compraría una ternera que luego le daría más leche y después al vender más leche compraría más terneros y así sucesivamente..cuando en un punto del camino tropezó, se fue a los suelos y con ella la leche y su futuro.

La crisis actual es similar a este malogrado cuento. La gente con el dinero barato, extremadamente barato comenzó a "apalancarse" (pedir dinero para financiar sus compras) y como era tan barato y con los sueldos que tenía la familia podían hacer frente a esos préstamos sin problemas, ganar dinero en el trueque y comprarse todo lo que quisieron. Y así lo hicieron. Pidieron préstamos y el del banco, buen vendedor..., le prestó no solo para su casa sino para el coche, las vacaciones, los restaurantes, etc, etc. Total: como era un dinero tan barato y como los intereses eran tan pocos podían pagarlos pues estaban bien apalancados.

Pero no solo eso. La gente se dedicó a la especulación pura y dura. Comprabas un piso hoy y mañana valía más. Pedías un préstamo y comprabas el piso. A los 10 días lo vendías y le sacabas una pasta que te servía para pagar al banco y encima ganabas dinero. Otros, o los mismos, pedían prestado al banco para comprar acciones para jugar a la Bolsa, que crecía, crecía y el que no jugaba era poco menos que imbécil. Comprabas a 3 vendías a 5 y con esos 2 pagabas al banco y encima te quedaba una pastita para irte a cenar a Arzak u a otro bandolero de mantel blanco, el cual alegremente te sacaba una pasta por darte de comer "mariconaditas", muy buenas con nombres rimbombantes y largos. Muy largos...: como el precio.

Así las cosas, las empresas echaban humo porque tenían pedidos de todo.  Compraban más maquinaria porque no daban abasto ante tanta demanda. Contrataban personal porque lo necesitaban. Los precios subían. Los pisos cogían el ascensor de la locura. El mercado era una efervescencia. El ministro Caldera atizaba la caldera de los inmigrantes al grito de "venid a España que hay trabajo para todos" y con aquellas trompetas a tope, los mares se llenaron de pateras llenas de gente esperanzada en alcanzar una mejor vida. Los aviones vaciaron las américas con gente que venía como los niños de Hamelin al ritmo de aquel sonido tan agradable del dinero.

Era todo una gozada. Compro aquí, vendo allí, pago lo que debo y con el resto me voy a Acapulco. Maravilloso. Incluso nuestro olvidado (es mejor olvidar a estas personas) presidente Zapatero, se atrevía a chulear en Europa ante los pobres alemanes, franceses e italianos diciéndoles eso de que eramos los campeones de la Champion League. Que risa !!. Y encima le decía a Sarkozy que le iba a pasar en crecimiento del PIB. Y se reía, como solo JLRZ sabía reírse, aunque estuviera dándote el pésame con aquella sonrisa de Jocker perenne.

El orgasmo era explosivo. Ah!!!!. Qué país. ¡Más madera¡, decía el Marx quemando el tren para avanzar más rápido canibalizando su propio medio de locomoción. Más préstamos!!!! decían los españoles sin temor para poder comprar más y más cosas y especular sin control ni medida.

Los ayuntamientos de 40 habitantes se hacían unos edificios enormes a un costo absurdo. No importaba. Había que apalancarse y si Pelado de Arriba se había hecho un gimnasio, Pelado de Abajo se hacía un Polideportivo.  Se construían pisos y pisos sin parar. Se hacían obras faraónicas. Se traía la F1 a España. Lo que hiciera falta. Nos sobraba la pasta y la cara dura para gastarla decían los políticos del tres al cuarto que tenemos. Nadie se preocupaba más que de gastar, derrochar, robar si era factible y vivir por encima de las posibilidades. Con ello el PIB iba en globo. Con aquella demanda apalancada en los préstamos.

En eso estábamos, cuando un buen día nos levantamos con que no sé qué cojones de "hermanos broder o lo que sea",  habían hecho no sé que y que estaban tiesos y luego se empezó a derrumbar el castillo de naipes, tan apalancado. Se rompió la palanca de tanto forzarla. "Dadme un punto de apoyo y moveré el mundo. Dijo Arquímedes", pero se apalancó demasiado largo y la palanca quebró. De repente. La leche. Se cayó la leche. La leche que nos hemos dado por no hacer lo que todos sabemos desde pequeñitos y que nuestros padres (al menos los míos) nos inculcaron: "si ganas 5 gasta 3 y ahorra 2" Nos enseñaron el valor del dinero y el esfuerzo que había que hacer para ganarlo.

Ahora, todo está arruinado. La gente se ha ido de España. Los que vinieron y los españoles que buscan por el mundo mejor fortuna. Los bancos solo tienen deudas que no pueden cobrar y que nosotros debemos de pagar entre todos para que el sistema ?¿?¿ no se hunda ¿por qué? Islandia los dejó hundir y están a flote ahora en 3 años. La gente debe dinero a todo el mundo: bancos, empresas, las acciones han caído y al malvenderlas aquellos especuladores de pacotilla,  no han podido recuperar para pagar ni el principal ni los intereses. El piso que se compró para especular a corto, está muerto de risa pero debiendo la hipoteca al banco. Las empresas tienen la maquinaria extra para atender a la demanda ficticia parada. Los empleados que se contrataron han sido despedidos y engrosan la nómina del INEM. Los constructores avispados se han quedado en los esqueletos: como sus construcciones. Las empresas tradicionales están con ERES porque la demanda no es ni siquiera la de antaño y así estamos todos malviviendo y sufriendo desde hace años  la pesadilla de la "prima de riesgo" y pagando los préstamos para pagar los préstamos anteriores más los intereses cada día más caro, siendo esta una pescadilla que se alimenta sin parar con una retroalimentación perversa.

Todo esto ha sido por jugar a ser la lechera del cuento. Nadie se dio cuenta ni recordó el cuento, pero ahora todos, incluso los que no jugamos a lecheros nunca, sufrimos  las consecuencias de un derroche, de un descontrol gubernamental y de una obsesión avariciosamente perversa de tener más y más sin tener ciertamente nada con que pagarlo.

Y colorín, colorado, este cuento se ha acabado, pero lamentablemente aún no ha terminado ni sabemos cuando se va a acabar ni como va acabar...

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