SORPRESA EN EL MUSEO

Hace tiempo, me desplacé a Cáceres por trabajo y luego decidí ir con mi mujer a visitar Mérida que no conocía. Me gustó bastante la zona vieja y fuimos a visitar el Museo de Arte Romano del arquitecto Rafael Moneo. El edificio es sobrio y a la vez bello con sus ladrillos caravista que permiten al visitante sentirse con en la antigua Roma, donde este tipo de ladrillo era tan utilizado.

Las figuras, los mosaicos soberbios acaparan la atención, nunca tapadas por el propio museo y uno disfruta mucho entre sus arcos potentes y altivos. Nada más comenzar la visita nos llamó la atención unos letreros grandes que ponían más o menos: "se permite tocar la obras". Nos miramos y sonreímos sorprendidos,  porque de todos es sabido que en un Museo no puedes ni tocar, ni acercarte a las obras, a expensas de ser advertido por el vigilante correspondiente. Fue tal la sorpresa que le preguntamos a uno de ellos si lo del letrero era cierto (para no caer en errores) y nos dijo que si. Que si se podían tocar, pero solo los ciegos... Aún nos sorprendimos más y seguimos preguntando. Nos dijo que es que esperaban a un grupo de ciegos de no sé donde,que iban a visitar el Museo y claro: ellos podían. Debían tocar para sentir las obras.  Le dijimos que al leer el cartel se interpretaba que nosotros, todos, podríamos tocar, pero nos dijo que no: sólo los ciegos. El final de nuestras preguntas era claro: "pero los ciegos, no pueden leer el cartel". Y nos respondió que: "es lo que hay" y que nosotros no podríamos tocar nada.

Así lo hicimos lógicamente y estuvimos viendo el museo y sus obras sin tocar nada, algo que tampoco echamos en falta porque nunca tocamos nada y siempre respetamos las normas, pero el letrero escrito que era para ciegos y no estaba en Braille precisamente, nos divirtió bastante.